Anécdotas del Libertador

El Libertador fue un hombre muy polifacético, a pesar de su aparente débil contextura física era un hombre muy fuerte,ágil,resistente, atlético y tenía una habilidad o destreza  innata para muchas actividades , era un excelente espadachín,jinete, tirador,corredor veloz y nadador extraordinario.

Perú de La Croix, en su “Diario de Bucaramanga”, refiere que Bolívar les dijo un día lo siguiente:“Me acuerdo todavía que en el año 17, cuando estábamos en el sitio de Angostura, di uno de mis caballos a mi primer edecán, el actual General Ibarra, para que fuera a llevar algunas órdenes a la línea y recorrerla toda. El caballo era grande y muy corredor, y antes de ensillarlo, Ibarra estaba apostando con varios jefes del ejército a que brincaría el caballo partiendo de la cola e iría a caer del otro lado de la cabeza: lo hizo, efectivamente, y en aquel mismo momento llegaba yo. Dije que aquello no era una gran gracia, y para probarlo a los que estaban presentes, tomé el espacio necesario, di el salto, pero caí sobre el pescuezo del animal, recibiendo un porrazo del cual no hablé. Picado mi amor propio, di un segundo brinco y caí sobre las orejas, recibiendo un golpe peor aún que el primero. Esto no me desanimó: por el contrario, tomé más ardor, y a la tercera vez pude saltar el caballo.

Confieso que hice una locura; pero en aquel tiempo no quería que nadie dijese que me sobrepasaba en agilidad, no quería que nadie dijese que hacia lo que no podía hacer. No crean ustedes que esto sea inútil para el hombre que manda a los demás: en todo, si es posible, debe mostrarse superior a los que deben obedecerle: es el modo de establecer un prestigio duradero e indispensable para el que ocupa el primer rango en una sociedad, y particularmente para el que se halla a la cabeza de un ejército.

Un día, bañándome en el Orinoco con todos los de mi estado mayor, con varios generales de mi ejército y el actual Coronel Martel, que era entonces escribiente en mi secretaria general, éste último hacía alarde de nadar más que los otros; yo le dije algo que lo picó, y entonces me contestó que también nadaba mejor que yo.

A cuadra y media de la playa donde nos hallábamos había dos cañoneras fondeadas, y, picado yo también, le dije a Martel que, con las manos amarradas, llegaría primero que él a dichos buques; nadie quería que hiciese tal prueba; pero yo, animado, había comenzado ya a quitarme la camisa, y con los tiros de mis calzones, que di al General Diego Ibarra, le obligué a amarrarme las manos por detrás: me tiré al agua, y llegué a las cañoneras con bastante trabajo. Martel me siguió y, por supuesto, llegó primero. El General Diego Ibarra, temiendo que me ahogase, había hecho poner en el río dos buenos nadadores para auxiliarme, pero no hubo necesidad de ello.

Este rasgo prueba la tenacidad que tenía entonces: aquella voluntad fuerte, que nada podía detener. Siempre adelante, nunca atrás: tal era mi máxima, y quizás a ella es que debo mis éxitos y cuanto he hecho de extraordinario.

Fuente:Luis Peru DeLacrix  «Diario de Bucaramanga».

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